ambiente

El regionalismo crítico trata de complementar nuestra experiencia visual normativa reorientando la gama táctil de las percepciones humanas. Al hacerlo así, se esfuerza por equilibrar la prioridad concedida a la imagen y contrarrestar la tendencia occidental a interpretar el medio ambiente en formas exclusivamente de perspectiva. De acuerdo con su etimología, la perspectiva significa visión racionalizada o vista clara, y como tal presupone una supresión consciente de los sentidos del olfato, el oído y el gusto, y un distanciamiento consiguiente de una experiencia más directa del entorno.

La arquitectura consiste de algún modo en ordenar el ambiente que nos rodea, ofrecer mejores posibilidades al asentamiento humano; por tanto, las relaciones que tiene la misión de establecer son múltiples, interactuantes entre sí; se refieren al control del ambiente físico, a la disposición de ciertas posibilidades de circulación, a la organización de las funciones, de su agrupamiento o segregación, de sus relaciones; responde a ciertos criterios económicos, se mueve en, y mueve, ciertas dimensiones tecnológicas, provoca modificaciones del paisaje, etc., pero organizar estas relaciones es algo completamente diferente de su simple suma, es el significado que deriva del modo de darles forma, es colocarse dentro de la tradición de la arquitectura como disciplina, con un nuevo gesto de comunicación, con una nueva voluntad de transformación de la historia.

En el proceso de orientación, el vínculo estrategico es la imagen ambiental, la representación mental generalizada del mundo físico exterior que posee un individuo. Estan imagen en producto al mismo tiempo de la sensación inmediata y del recuerdo de experiencias anteriores, y se la utiliza para interpretar la información y orientar la acción. La necesidad de reconocer y estructurar nuestro contorno es de importancia tan decisiva y tiene raíces que calan tan hondo en el pasado, que esta imagen tiene una vasta importancia práctica y emotiva para el individuo.

Esta próxima generación se moverá para abandonar la práctica, aún vigente entre los diseñadores, de la evasión y el engaño con respecto a los hechos materiales. Del arquitecto que propone colocar una columna de mampostería en la fachada de un edificio de acero de tal manera que sugiera que está sirviendo de soporte -cuando, de hecho, el soporte es proporcionado por el acero, y la columna no soporta nada-, dirán: «Esta es una mentira; como si dijera que apoya alguna causa cuando, en realidad, es un farsante.» La costumbre de emplear formas que ya no sirven a las funciones, el ambiente que concibe que la belleza estructural puede existir sin verdad, será visto como decadente; así como descartarán, por sentimentalista, la noción de que la belleza arquitectónica fue entregada definitivamente a los constructores de la antigüedad. El empleo de construcción moderna como soporte de lo que son poco más que escenarios clásicos o medievales, será visto, en las mejores circunstancias, como un arte teatral menor, pero ya no como Arquitectura.

Debe observarse una diferencia fundamental entre las ayudas ambientales de tipo estructural (incluidas ropas) y aquellas de las cuales el fuego es el arquetipo. Permitamos que la diferencia sea expresada en forma de parábola, en la cual una tribu salvaje (de la clase que sólo existe en las parábolas) llega por la tarde para acampar a un sitio que encuentra bien provisto de madera. Existen dos métodos básicos de explotar la energía potencial de esa madera: puede ser usada para construir un rompe-vientos o refugio de la lluvia -la solución estructural– o bien puede ser usada para prender un fuego -la solución de energía operante-.

El Raumbühne del Teatro-Railway, el teatro de nuestro tiempo, flota en la sala. Utiliza el suelo como apoyo para su construcción abierta. El auditorio circula en movimientos electromotrices en forma de bucle alrededor de un núcleo escénico esférico. (…) El teatro de nuestra época es el teatro de la velocidad. Por ello, su forma constructiva y la acción en movimiento es polidimensional, es decir, esférica. (…) Los bastidores se suprimen. La sugestión ambiental se crea con la proyección de películas. Formas plásticas surgen del material vítreo de la esfera.

Una imagen ambiental puede ser distribuida analíticamente en tres partes, a saber, identidad, estructura y significado. Resulta útil abstraer estas partes a los Imes del análisis, pero debe recordarse que en realidad siempre aparecen conjuntamente. Una ima- gen eficaz requiere, en primer término, la identificación de un objeto, lo que implica su distinción con respecto de otras cosas, su reconocimiento como entidad separable. A esto se le da el nombre de identidad, no en el sentido de igualdad con otra cosa sino con el significado de individualidad o unicidad. En segundo término, la imagen debe incluir la relación espacial o pautal del objeto con el observador y con otros objetos. Por último, este objeto debe tener cierto significado, práctico o emotivo, para el observador.

De un lado está la capacidad de conocer, de tratar, de transformar el espacio a una escala inmensa, e incluso a escala planetaria; y por otro lado, el espacio se halla fragmentado, pulverizado por la propiedad privada, ya que cada fragmento del espacio tiene su propietario. Está pulverizado para ser comprado y vendido. Hace mucho tiempo que los arquitectos y los urbanistas han experimentado la amplitud de este problema. Puesto que pueden concebir un espacio muy vasto, lo que se llama, en una palabra que no me gusta mucho, medio ambiente, pero lo que pueden tratar en realidad son pequeños lotes de propiedad privada. Pero el espacio también está fragmentado por las ciencias, las cuales cortan fragmentos de él para estudiarlos cada una con sus métodos… por un lado está la racionalidad, todos los recursos de la racionalidad (la ciencia, la técnica, la estrategia), de la acción política llevada a cabo por políticos informados, de la tecnocracia; y por otro lado hay un inverosímil caos espacial… Unos conciben el espacio a gran escala y otros no lo conciben sino a la escala de la propiedad privada.

Los sistemas infraestructurales funcionan como ecologías artificiales. Dirige los flujos de energía y recursos en un lugar, y condicionan la densidad y dirección de un hábitat. Crean las condiciones necesarias para responder a ajustes incrementales en la disponibilidad de los recursos y modifican el modo de la habitabilidad en respuesta al las condiciones ambientales cambiantes.

La arquitectura no tiene presencia, la muslca no tiene presencia -quiero decir el espíritu de la arquitectura y el espíritu de la música-. La música en este sentido, como en la arquitectura, no favorece un estilo, ningún método, ninguna tecnología. Este espíritu es reconocido como verdadero. Lo que existe es una obra de arquitectura o una obra musical, que el artista.ofrece a su arte en el· santuario de toda expresión, que me gusta llamar la Tesorería de las Sombras, sita en aquel ambiente, luz al silencio, silencio a la luz.

Este «paraíso artificioso» que aparece incesantemente en nuestra experiencia de la vida cotidiana, revela la cualidad de pesadilla de una utopía: una tierra de nadie en la que el recuerdo y la conciencia serán pronto considerados como fragmentos inútiles sobre una topografía de la razón pura. En un espacio sin escondrijos donde el contenido es separable del lugar; donde cada cosa está aislada y expuesta a la Nada: donde el encaje humano ya no es necesario para la existencia de un «espacio en sí mismo», el envolvimiento en el Ser viene a significar refugiarse en el ambiente.

Arquitectura, en sentido positivo, para mí, es una creación inseparable de la vida y la sociedad en la cual se manifiesta; en gran parte, es un hecho colectivo. Al construir sus viviendas, los primeros hombres realizaron un ambiente más favorable para su vida al construirse un clima artificial, y construyeron de acuerdo con una intencionalidad estética, iniciaron la arquitectura, junto con los primeros indicios de la ciudad; de esta manera, la arquitectura es connatural con la formación de la civilización, y es un hecho permanente, universal y necesario. Sus caracteres estables son la creación de un ambiente más propicio a la vida y la intencionalidad estética.

El propio observador, debe desempeñar un papel activo al percibir el mundo y tener una participación creadora en la elaboración de su imagen. Debe contar con el poder de cambiar esa imagen para adaptarse a necesidades cambiantes. Un medio ambiente que está ordenado en forma detallada y definitiva puede impedir que aparezcan, nuevas pautas de actividad. Un paisaje en el que cada una de las rocas narra una historia puede hacer difícil la creación de nuevas historias. Aunque ésta pueda no parecer una cuestión decisiva en nuestro actual caos urbano, indica, con todo, que lo que buscamos no es un orden definitivo sino abierto a las posibilidades, capaz de un ininterrumpido desarrollo ulterior.

Una imagen ambiental eficaz confiere a su poseedor una fuerte sensación de seguridad emotiva. Puede éste establecer una relación armoniosa entre sí y el mundo exterior. Esto constituye el extremo opuesto del miedo provocado por la desorientación; significa que la dulce sensación del hogar es más fuerte cuando el hogar no sólo es familiar sino también característico.

Todo lo que el arte es y hace descansa sobre el hecho de que cuando el hombre goza de un estado saludable, toma la vida con seriedad, como algo sagrado y potencialmente significativo; y por necesidad se toma con seriedad también a sí mismo, como transmisor de la vida y como creador, mediante sus propios esfuerzos especiales, de nuevas formas de vida no dadas en el mundo natural. Con su capacidad de simbolización, el hombre re-piensa, re-presenta, re-ordena, re-forma cada una de las partes del mundo, transformando su ambiente físico, sus funciones biológicas, sus capacidades sociales, en un ritual y drama culturales llenos de significados inesperados y de realizaciones intensas.

Mi concepto de «arquitectura» está en unión y en la colaboración entre las artes, de modo que cualquier cosa esté subordinada a las otras en armonía con ellas, y cuando utilice tal palabra, éste será su significado y no otro más restringido. Es una concepción amplia, porque abarca todo el ambiente de la vida humana; no podemos substraernos a la arquitectura, ya que formamos parte de la civilización, pues representa el conjunto de las modificaciones y alteraciones introducidas en la superficie terrestre con objeto de satisfacer las necesidades humanas, exceptuando sólo el puro desierto. No podemos confiar nuestros intereses de una élite de hombres preparados, pidiéndoles que exploren, descubran y creen el ambiente destinado a albergarnos, maravillándonos después ante la obra completa, aceptándola como una cosa bella y acabada: esto, en cambio, nos incumbe a nosotros mismos; cada uno de nosotros está obligado a custodiar la adecuada ordenación del paisaje terrestre, cada cual con su espíritu y con sus manos, en la porción que le corresponde, para no transmitir a nuestros hijos un tesoro menor que el que nos dejaron nuestros padres.

Junto a los otros factores socio-económicos, la propia arquitectura proletaria debe influir en una más extensa planificación de las funciones de la producción y de la vida cotidiana, contribuyendo a profundizar y consolidar su contenido socialista. Al revolucionar y organizar activamente la psicología y la ideología de las masas proletarias, la arquitectura debe elevar la iniciativa y actividad creadora de las mismas en el camino que lleva a la construcción del socialismo, creando un ambiente capaz de contribuir a la actividad creadora. Esta interpretación de la arquitectura obliga, a la hora de asumir las tareas concretas de la arquitectura socialista, a no limitarse a una planificación elemental de los procesos de producción y de vida, dejando a la forma espacial material la simple tarea de servirlas pasivamente, sino a crear un todo único formado por las propiedades artísticas espaciales, y a ejercer una poderosa influencia organizativa sobre la ideología de las masas.

Como aquí se hará hincapié en el medio fisico como variable independiente, el presente estudio se consagrará a la búsqueda de cualidades fisicas que se relacionan con los atributos de identidad y estructura en la imagen mental. Esto lleva a la definición de lo que se podría denominar imaginabilidad, es decir, esa cualidad de un objeto fisico que le da una gran probabilidad de suscitar una imagen vigorosa en cualquier observador de que se trate. Se trata de esa forma, de ese color o de esa distribución que facilita la elaboración de imágenes mentales del medio ambiente que son vívidamente identificadas, poderosamente estructuradas y de suma utilidad. A esto se le podría dar, asimismo, el nombre de legibilidad, quizás el de visibilidad en un sentido realizado cuando no sólo es posible ver los objetos sino que se los presenta aguda e intensamente a los sentidos.

Una manifestación artística no puede existir sin que se elimine la manifestación exterior en tanto que tal. Nada se pierde, aunque en la nueva obra se pierda la apariencia externa de la representación, pues lo característico de ella es determinar las relaciones de la obra de arte como un todo. Igual que en música, se producirá una diferencia si el artista se inspira en una chica, en el taller o en un paisaje. Lo psíquico, las ropas, el entorno, etc. se elaboran como un todo, como un ambiente en el espíritu del productor, haciéndole elegir unos colores y rechazar otros. Lo que realiza es una COMPOSICIÓN DE RELACIONES. Composición fundada en la eterna y exclusiva ley artística de la relación equilibrada.

En la mayoría de los casos vivimos en espacios cerrados. Estos constituyen el ambiente en que crece nuestra cultura. Nuestra cultura es en cierta medida un producto de nuestra arquitectura. Si queremos elevar el nivel de nuestra cultura, estamos obligados, para bien o para mal, a transformar nuestra arquitectura. y esto nos será solamente posible si ponemos fin al carácter cerrado de los espacios en que vivimos. Pero esto sólo lo podremos hacer por medio de la introducción de la arquitectura de cristal, que dejará entrar en nuestras viviendas la luz solar y la luz de la luna y de las estrellas, no por un par de ventanas simplemente, sino, simultáneamente, por el mayor número posible de paredes completamente de cristal, de cristales coloreados. El nuevo ambiente que crearemos de este modo nos debe aportar una cultura nueva.

Contrariamente a algunas ideas populares, la arquitectura moderna no puede reducirse a una fórmula única. Tampoco está relgamentada porun molde estándar cuya colocación es universal e indiscriminada en el Norte, Sur, Este u Oeste. La falta de uniformidad es una de sus virtudes. Las influencias ambientales son enormemente importantes. Las concesiones hechas al clima resultan por sí solas en modificaciones en la orientación, la interpretación y las formas externas. La sensibilidad a los materiales -nuevos y antiguos- y su uso adecuado es otra de las muchas facetas de la nueva arquitectura. Dentro de un área geográfica dada, experimentando condiciones climáticas similares, se producen aún más desviaciones de un «estilo» nacional como resultado de la variedad de materiales de construcción disponibles y de la artesanía local en el uso de tales materiales.

El hombre moderno se ve obligado a operar constantemente en un ambiente arquitectónico. Los complejos arquitectónicos de la ciudad, examinados con plena libertad, influyen directamente sobre los sentidos del contemplador de la arquitectura con su aspecto y con sus formas, suscitando una determinada percepción del mundo. El Estado soviético, que pone en el centro de su actividad de planificación, debe utilizar también la arquitectura como poderoso medio de organización de la psique de las masas.

Al observar un «trozo» de arquitectura de la epoca victonana, nos sorprendemos por la exasperación del «objeto» que ahí se nos ofrece, y muy raramente tenemos presente que el eclecticismo y el pluralismo lingüístico representan, para los arquitectos del XIX, la respuesta justa a los múltiples estímulos disgregantes inducidos del nuevo ambiente configurado por el universo de la precisión de la realidad tecnológica. El hecho de que los arquitectos no supieran responder más que con un confuso más o menos a aquel universo de la precisión no nos debe extrañar. En realidad, es la estructura urbana, como caja de registro de los conflictos que son el teatro de esta victoria del progreso tecnológico, la que cambia de dimensión, configurándose como estructura abierta en la que es utópico buscar puntos de equilibrio.