fragmentos

De un lado está la capacidad de conocer, de tratar, de transformar el espacio a una escala inmensa, e incluso a escala planetaria; y por otro lado, el espacio se halla fragmentado, pulverizado por la propiedad privada, ya que cada fragmento del espacio tiene su propietario. Está pulverizado para ser comprado y vendido. Hace mucho tiempo que los arquitectos y los urbanistas han experimentado la amplitud de este problema. Puesto que pueden concebir un espacio muy vasto, lo que se llama, en una palabra que no me gusta mucho, medio ambiente, pero lo que pueden tratar en realidad son pequeños lotes de propiedad privada. Pero el espacio también está fragmentado por las ciencias, las cuales cortan fragmentos de él para estudiarlos cada una con sus métodos… por un lado está la racionalidad, todos los recursos de la racionalidad (la ciencia, la técnica, la estrategia), de la acción política llevada a cabo por políticos informados, de la tecnocracia; y por otro lado hay un inverosímil caos espacial… Unos conciben el espacio a gran escala y otros no lo conciben sino a la escala de la propiedad privada.

Este «paraíso artificioso» que aparece incesantemente en nuestra experiencia de la vida cotidiana, revela la cualidad de pesadilla de una utopía: una tierra de nadie en la que el recuerdo y la conciencia serán pronto considerados como fragmentos inútiles sobre una topografía de la razón pura. En un espacio sin escondrijos donde el contenido es separable del lugar; donde cada cosa está aislada y expuesta a la Nada: donde el encaje humano ya no es necesario para la existencia de un «espacio en sí mismo», el envolvimiento en el Ser viene a significar refugiarse en el ambiente.