caracteres

Así como, en el aspecto formal, una analogía en los elementos débiles, derechos y ligeros, en la simplicidad de los planos, en el ritmo reposado de macizos y huecos, en los que la alternancia de las sombras geométricas crea una composición de espacios y de valores, recuerda los períodos del origen de la arquitectura griega, en el aspecto de su desarrollo, por estar en el inicio de un grandísimo porvenir, por no haber establecido hasta ahora más que una pequeña parte de sus características, por esperar de su evolución natural la obtención de un arte más pleno, y por el hecho de que este renacer vive en un movimiento general de renacimiento, podemos reconocer precisamente todos los caracteres de un nuevo período arcaico en la historia de la arquitectura.

Ni pueblo, ni gran ciudad pueden satisfacer seriamente nuestras exigencias más elevadas, lo que de perdurable se da en nosotros: lo que nace y se desarrolla con carácter individual, lo que en sí mismo presenta los caracteres más orgánicos y es capaz de vivir por sí mismo.

Arquitectura, en sentido positivo, para mí, es una creación inseparable de la vida y la sociedad en la cual se manifiesta; en gran parte, es un hecho colectivo. Al construir sus viviendas, los primeros hombres realizaron un ambiente más favorable para su vida al construirse un clima artificial, y construyeron de acuerdo con una intencionalidad estética, iniciaron la arquitectura, junto con los primeros indicios de la ciudad; de esta manera, la arquitectura es connatural con la formación de la civilización, y es un hecho permanente, universal y necesario. Sus caracteres estables son la creación de un ambiente más propicio a la vida y la intencionalidad estética.

Simetría y repetición. La nueva arquitectura ha destruido la repetición monótona y la similitud rígida de dos mitades, la imagen del espejo, la simetría. No conoce la repetición en el tiempo, el muro de la calle o la estandarización… Contra la simetría la nueva arquitectura propone la relación equilibrada de partes desiguales, es decir, de partes que difieren en posición, proporción y ubicación a causa de sus caracteres funcionales diferentes. La igual relevancia de estas partes deriva del equilibrio de la desigualdad y no de la igualdad.

Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas. ¿Cómo se llena? ¿De dónde procede el vasto acopio que la ilimitada y activa imaginación del hombre ha grabado en ella con una variedad casi infinita? A esto respondo con una palabra: la experiencia. En ella está fundado todo nuestro conocimiento, y de ella se deriva todo en último término.

Los estilos son los caracteres que permiten diferenciar las escuelas y los períodos entre sí. Los estilos de arquitectura griega, romana, bizantina, románica y gótica difieren entre sí de tal manera que es fácil clasificar los monumentos producidos por estas diversas artes. Habría sido más cierto decir: la forma griega, la forma romana, la forma gótica, y no aplicar la palabra estilo a estas características particulares del arte.

La analogía de las Proporciones de la Arquitectura con nuestras sensaciones da lugar a una serie de reflexiones que establecen la Metafísica de la que depende el progreso de aquel Arte. Hemos intentado evitar el aparato escolástico y todo aquello que afecte a la sutileza de los razonamientos, evitando la sequedad de los Principios y proyectando, en la medida de lo posible, un colorido agradable mediante comparaciones, descripciones y ejemplos. Tales son las leyes que nos hemos prescrito en esta obra. Los detalles en los que nos hemos adentrado se extienden hasta las distintas distribuciones de los edificios. Hemos hablado de los caracteres que corresponden a cada lugar, a cada pieza de una casa, sin olvidar aquello que es propio y conveniente respecto al estado de las personas que deben habitarla.