planificación

Así pues, mientras que la actividad de la máquina (sus actuaciones de prensión, tracción, arranque) representa una función puramente práctica -en tanto, pues, que la función representa en la construcción no más que la obligatoriedad matemática-, en la arquitectura la función no puede significar otra cosa que la dependencia espacial y formal respecto de las condiciones previas de la finalidad, el material y la construcción. Por ello me parece imposible pretender transferir de algún modo al espacio la función práctica de la máquina, o la organización técnica al organismo de la arquitectura. Los arquitectos, desde el principio, tenemos que someter a nuestra planificación, como cosa natural y lógica, las exigencias materiales y los contextos constructivos; esas exigencias y contextos hemos de considerarlos, sencillamente como condiciones previas de la organización total de una obra arquitectónica. Pero debemos saber que son tan sólo un componente del proceso productivo. Pese a las grandes dimensiones y a la clara relación de los medios técnicos, ese componente no es todavía arquitectura.

Este proceso de la construcción urbana -por medio del planeamiento urbano- debe introducir un orden orgánico en las comunidades urbanas, y mantenerlo vivo continuamente durante el crecimiento de estas comunidades… No es necesaria una complicada manipulación del microscopio para descubrir en la vida orgánica dos fenómenos; la existencia de células individuales, y la correlación de las mismas en el tejido celular. Por sí sola, esta revelación puede parecer insignificante; sin embargo, es asombroso comprobar que todo el universo, desde lo microscópico hasta lo macroscópico, está constituido por esta doble tendencia, de los individuos como tales y de su correlación en un todo. Además, aprendemos que la vitalidad en todo organismo vivo depende, en primer lugar, de la vitalidad del individuo, y en segundo lugar en la cualidad de la correlación. En consecuencia deben existir dos principios fundamentales relativos a las dos cualidades, mencionadas, de manera de impulsar y mantener la vitalidad en el curso de los fenómenos vitales. De hecho, Por un estudio más minucioso de los procesos naturales, percibiremos dos principios fundamentales: «Expresión» y «Correlación», según el primero, las formas individuales son la expresión verdadera del sentido que ellas encierran; y el segundo surge de la agrupación de las formas individuales en correlación orgánica.

Siendo la arquitectura orgánica su recurso, el hombre hace de sí mismo un elemento integrador como los árboles, las corrientes o como las estructuras rocosas que constituyen las montañas… He aquí arquitectos con espíritu democrático que exigen fundamentos más profundamente orgánicos para una sociedad orgánica. En todas partes la arquitectura americana exige una base más orgánica para lo cotidiano en economía, en ética, en la sociedad, en lo estético; e insiste en que toda planificación futura ha de comenzar desde el inicio. La revolución planificada a través de la evolución es orgánica en la actualidad .

Éste es el contexto en el que me gustaría situar el actual gira de la profesión hacia la infraestructura. Más allá de las cuestiones estilísticas o formales, el urbanismo infraestructural ofrece un nuevo modelo de praxis y un sentido renovado del potencial de la arquitectura para estructurar el futuro de la ciudad. El organismo infraestructural entiende la arquitectura como práctica material, como una actividad que opera en y entre el mundo de las cosas, y no exclusivamente con significados o imágenes. Se trata de una arquitectura dedicada a propuestas concretas y estrategias realistas de puestas en práctica y no al comentario distanciado o crítico, una forma de trabajar en la gran escala que escapa a las nociones sospechosas de planeamiento general y al ego heroico del arquitecto individual. El urbanismo infraestructural marca una vuelta a la instrumentalidad y un alejamiento del imperativo de la representación en arquitectura.

Todo arte es composición y, por ello, es inadecuado para un objetivo. Toda la vida es función y, por ello, no es artística… Pero ¿cómo se proyecta un plan urbano?, ¿o el plano de unas viviendas?, ¿composición o función?, ¿arte o vida? El construir es un proceso biológico. Construir no es un proceso estético. Configurada elementalmente la nueva vivienda viene a ser no solamente una «máquina de vivir», sino también un aparato biológico que sirve las necesidades del cuerpo y el espíritu.

Cómo se plantea la cuestión de rascacielos contra edificios bajos, o si construimos en acero y cristal, son cuestiones sin importancia desde el punto de vista del espíritu. Si en la planificación urbana tendemos hacia la centralización o la descentralización es una cuestión práctica, no una cuestión de valor. Pero lo decisivo es, precisamente, la cuestión del valor. Debemos levantar nuevos valores, fijarnos fines últimos para así establecer reglas de medida. Porque lo correcto y significativo de cada tiempo -incluso de los nuevos tiempos- es esto: dar al espíritu oportunidad de existir.

El capitalismo es in‐capaz de hacer una planificación espacial… Asistimos a una gran paradoja en los países capitalistas. Por un lado la ciudad ha estallado y por otro hay una urbanización general de la sociedad. Este resultado se da como cosa hecha pero, sin embargo, lo que aparece es otra relación de la sociedad con el espacio. Es, pues, con este conjunto de hechos como se ha apoderado el capitalismo moderno del espacio total… Desde hace algunos años el capitalismo controla y ha puesto la zarpa sobre la agricultura entera y también sobre la ciudad –realidades históricas anteriores al capitalismo–. A través de la agricultura y la ciudad el capitalismo ha echado la zarpa sobre el espacio. El capitalismo ya no se apoya solamente sobre las empresas y el mercado, sino también sobre el espacio.

[El huppah] era aún más, pues les suministraba -en un momento crítico- una mediación entre las sensaciones íntimas de sus cuerpos y el sentido del gran mundo inexplorado que les rodeaba. Por tanto, era la vez una imagen de los cuerpos de los ocupantes y un mapa , un modelo de la significación del mundo. Por esto debo postular una casa para Adán en el Paraíso. Pero no como refugio contra la intemperie, sino como un volumen que él pudiera interpretar en términos de su propio cuerpo y que además era una exposición del plan paradisiaco y en consecuencia le colocaba a él en su centr .

Junto a los otros factores socio-económicos, la propia arquitectura proletaria debe influir en una más extensa planificación de las funciones de la producción y de la vida cotidiana, contribuyendo a profundizar y consolidar su contenido socialista. Al revolucionar y organizar activamente la psicología y la ideología de las masas proletarias, la arquitectura debe elevar la iniciativa y actividad creadora de las mismas en el camino que lleva a la construcción del socialismo, creando un ambiente capaz de contribuir a la actividad creadora. Esta interpretación de la arquitectura obliga, a la hora de asumir las tareas concretas de la arquitectura socialista, a no limitarse a una planificación elemental de los procesos de producción y de vida, dejando a la forma espacial material la simple tarea de servirlas pasivamente, sino a crear un todo único formado por las propiedades artísticas espaciales, y a ejercer una poderosa influencia organizativa sobre la ideología de las masas.

El proceso de estructuración del espacio contiene en sí mismo una manera simbólica de pensar. Conferir una significación simbólica a la estructuración es útil interiorizando un plan y permitiendo a la gente comprender este plan.

Construir significa la configuración de los procesos vitales. La mayoría de los individuos tienen unas necesidades vitales parecidas. Por consiguiente, satisfacer, de un modo uniforme y similar estas necesidades humanas parecidas, es lógico en el sentido de un fenómeno económico. En consecuencia, no se justifica que cada casa manifieste un plan, una forma exterior, unos materiales constructivos y un «estilo» distintos. Esto significaría un derroche y una acentuación falsa de lo individual. A cada individuo le queda la libertad de elegir dentro de los. diferentes tipos. El objetivo final de este desarrollo se alcanzará cuando puedan satisfacerse todos los deseos justificados del individuo para su vivienda, sin que se pierda la ventaja económica de la fabricación en serie: las casas y su mobiliario, en su apariencia total, deberá ser diferente en correspondencia con el número y tipo de sus moradores; en cambio, las partes singulares, de las que está compuesta, deberán ser las mismas. El tipo en sí mismo no es un obstáculo para el desarrollo cultural, sino precisamente uno de sus presupuestos…

Las claves del urbanismo se contienen en las cuatro funciones siguientes: habitar, trabajar, recrearse -en el tiempo libre-, circular. Los planes determinarán la estructura de cada uno de los sectores asignados a las cuatro funciones claves y señalarán su emplazamiento respectivo en el conjunto.

Cuando se unen «planificación» y «ecología», cambia la prioridad de los objetivos. Los objetivos se derivan a partir de la región. La planificación ecológica un instrumento que pone de manifiesto regiones como sistemas dinámicos e interactivos que tienen oportunidades intrínsecas y límites para todas las funciones humanas. Los futuros hipotéticos preferible serán ofrecidos por emplazamientos donde todos o la mayor parte de los factores propicios existan juntos con ninguno o pocos de los perjudiciales para cualquier uso previsto y para el conjunto de los mismos. Lo que constituye lo propicio y lo perjudicial se deriva del uso previsto en el sistema de valores de la persona o grupo iniciador.

El hombre moderno se ve obligado a operar constantemente en un ambiente arquitectónico. Los complejos arquitectónicos de la ciudad, examinados con plena libertad, influyen directamente sobre los sentidos del contemplador de la arquitectura con su aspecto y con sus formas, suscitando una determinada percepción del mundo. El Estado soviético, que pone en el centro de su actividad de planificación, debe utilizar también la arquitectura como poderoso medio de organización de la psique de las masas.

El hombre y su contorno son inseparables. El hombre de ciudad, o mejor, el hombre de los centros de vivienda y de producción, y las condiciones de vida que esos espacios técnicos le proporcionan, son inseparables. Si no se quiere llegar tan sólo a planificar un proceso descontrolado de aumento de la población, y de la producción económica, y del consumo, o conformarse con ese proceso, entonces tenemos que aprender a distinguir con toda claridad lo que es adaptación feliz, y lo que es biopatología de la civilización industrial de masas.

Es probable que si los estudiantes de arquitectura son progresivamente educados para adquirir mayores conocimientos en química, física, matemáticas, bio-química, psicología, economía y técnica industrial, de tal modo que puedan comprender rápida y eficientemente a las más avanzadas mentes científicas residentes en la universidad, y si sus programas evolucionan de año en año, mejorando su formación, sean finalmente capaces de lograr que los más altos recursos integralmente científicos del hombre aporten sus soluciones a la planificación urbana mundial y a su instrumentación mediante el proyecto y la regeneración operacional.

Para un perfeccionamiento adecuado de los detalles, la coordinación modular debería convertir intercambiables todos los elementos constitutivos. De este modo se esboza una posibilidad de resolver la oposición fundamental existente entre el dinamismo de la vida urbana y el carácter estático de los edificios. Centros electrónicos de cálculo examinarán las condiciones de organización de las modificaciones necesarias. Fábricas automáticas producirán la sustancia material de la ciudad. En una sociedad libre, una planificación perfecta no es posible ni deseable; significaría una anticipación de desarrollos imprevisibles.

Nos preocupa más el «flujo» que la «medida». La idea general que alimenta este requisito es el concepto de clúster. El clúster es un tejido estrecho, complejo, un agrupamiento a menudo móvil, pero un agrupamiento que posee una estructura peculiar. Esta es quizás la descripción más ajustada que pueda darse de este nuevo ideal para la arquitectura y el planeamiento urbano. De acuerdo con esta descripción, el problema de construir las tres casas en una calle existente se resuelve encontrando el modo en que (aún respondiendo a la idea de la calle) se rompa con la vieja fachada y se construya en profundidad, proporcionando una sugerencia, un signo, de la nueva estructura comunitaria.

GEAM ha establecido ciertos principios y hace las siguientes proposiciones: 1. Reforma de los derechos de propiedad sobre el suelo edificable y el espacio aéreo, a fin de alcanzar un más fácil intercambio. Introducción de un sistema de utilización estratificada del espacio aéreo por los habitantes. 2. Las construcciones deben ser variables e intercambiables. 3. Las unidades espaciales producidas por estas construcciones serían igualmente alterables e intercambiables en su uso. 4. Los habitantes deben tener la oportunidad de adaptar ellos mismos sus residencias a las necesidades propias del momento. 5. La industria y la prefabricación deben ser utilizadas plenamente en la edificación como medio de reducir los precios. 6. La ciudad y la planificación urbana han de ser capaces de adaptarse al desarrollo de la circulación. 7. Los lugares de trabajo y los residenciales, así como las áreas para la cultura física y la espiritual, deben ser intercalados entre las secciones individuales de la ciudad.

La idea de una comunidad equilibrada y autónoma es tan insostenible teóricamente como costosa desde un punto de vista práctico. El rechazo de una concepción así exige un cambio completo de actitud. El planificador no es ya el reformador social sino un técnico en el terreno de la forma que no podrá seguir contando con centros comunitarios, lavanderías comunitarias, salones comunitarios, etc., para disimular el hecho de que un asentamiento resulta en su globalidad incomprensible. Indudablemente, en la planificación de una nueva situación se deberían calcular desde un principio las dimensiones de la comunidad nueva en términos de población, como hacemos aquí, con el fin de hacer posible la elección de un emplazamiento apropiado y la planificación de los enlaces -carreteras, saneamiento, electricidad, etc.- con los sistemas existentes.