transparente

La arquitectura se distancia de su posición tradicional como forma discreta, independiente, pesada y sólida que sólo se percibe visualmente y se convierte en una estructura con capacidad de respuesta, incorpórea, dinámica e interdependiente que responde a las necesidades cambiantes y al control creciente del hombre. La ligereza transparente, flexible y móvil puede contribuir significativamente a liberar al hombre de la cerrazón espacial prefijada que le separaba de la riqueza de acontecimientos que ofrece la naturaleza. Los significados de la architectura y las configuraciones urbanas ofrecen una reevaluación aún más importa. Los edificios y los grupos de edificios ya no se consideran formas esculturales con sus organizaciones espaciales sino, más bien, sistemas de funciones que programan modos de vida con la participación de los actores implicados. Estas innovaciones son las manifestaciones físicas de una nueva sensibilidad.

Hoy comienza a aparecer una actitud contraria, un movimiento tenaz y creciente en la ciencia y en el arte que tiende hacia procesos y sistemas que desmaterializan el objeto y desacreditan las posesiones físicas. Lo que los científicos consideraban antaño como sustancia configurada en forma, y comprensible en consecuencia como objeto tangible, se reconoce ahora como energía y su organización dinámica. En las artes visuales, los pintores y escultores han llegado a conclusiones no muy diferentes de las de los científicos. Los artistas han liberado sus imágenes y formas del mundo inhibidor del objeto. La pintura se ha convertido en la captura y disposición de energías visuales. Gracias a las innovaciones de ciertos arquitectos e ingenieros contemporáneos, los edificios también están perdiendo su solidez objetual y su capó capacidad para convertirse en algo ligero y transparente, en acontecimientos «desclasificados».

La forma es, en efecto, una abstracción mecánica condicionada por leyes estructurales, similar a la forma en que las partes de una máquina cumplen perfectamente la función para la que han sido creadas. Pero la forma siempre estará rígidamente constreñida mientras carezca de un hábito de carácter exterior -la característica- que pueda ahora elevar este mecanismo a organismo vivo y significativo que denote su esencia interna. Este momento sólo tendrá lugar cuando esta forma [core-form] mecánica central esté dotada de una forma [art-form] plástica – similar a un velo transparente… Este elemento característico será la creación de formas u ornamentos en la arquitectura. Su finalidad no reside en el funcionamiento estructural de un edificio, sino en articular simbólicamente la función de la forma central, en desplegar con precisión todas sus relaciones, y así dotar a la obra de esa vida independiente y de esa sanción ética a través de la cual sólo ella puede ser elevada a obra de arte.

La concepción de un espacio hueco elaborada a partir de un no-espacio, tal como se nos había impuesto por la historia etimológica de la palabra alemana Raum, encuentra su confirmación en un vastísimo material etnológico (que no seguiremos desarrollando aquí). La cosmovisión de la astronomía griega, como la hemos tratado, al menos someramente, refiriéndonos a Aristóteles, no es más que una cristalización transparente y clara de esta conciencia primitiva del espacio. Aún no se piensa en absoluto en un espacio infinito.

En la medida en que el pasado se reúne en el presente, y en que el conjunto de experiencia reunida halla cabida en el espíritu, el presente adquiere su profundidad temporal superando la inmediatez. Es entonces cuando se puede decir que el tiempo se interioriza o se vuelve transparente.