El procedimiento por el cual la forma se realiza, determina el carácter de la nueva arquitectura. Esta no se resuelve con decoración externa, sino que es la expresión de la vital compenetración de todos los elementos. El factor estético así no es denominado ya fin en sí mismo, como la arquitectura de las fachadas, que ignora el organismo arquitectónico, sino que queda ordenado unitariamente en el conjunto, como los demás elementos y conserva, en relación con esta totalidad, su valor y su importancia.
El propio observador, debe desempeñar un papel activo al percibir el mundo y tener una participación creadora en la elaboración de su imagen. Debe contar con el poder de cambiar esa imagen para adaptarse a necesidades cambiantes. Un medio ambiente que está ordenado en forma detallada y definitiva puede impedir que aparezcan, nuevas pautas de actividad. Un paisaje en el que cada una de las rocas narra una historia puede hacer difícil la creación de nuevas historias. Aunque ésta pueda no parecer una cuestión decisiva en nuestro actual caos urbano, indica, con todo, que lo que buscamos no es un orden definitivo sino abierto a las posibilidades, capaz de un ininterrumpido desarrollo ulterior.
La segunda razón para tener en cuenta la cultura pop es la de encontrar un vocabularios formales para nuestro tiempo; deberán ser más adecuados a las distintas necesidades de la gente y más tolerantes con el desorden de la vida urbana que las normas formales «racionalistas» y cartesianas de la última arquitectura moderna. ¿Cuántas viviendas económicas y cuánta arquitectura decimonónica ha sido derrumbada para que algún ordenado purista arquitecto o urbanista pudiera empezar con el papel en blanco?