Denise Scott Brown
La segunda razón para tener en cuenta la cultura pop es la de encontrar un vocabularios formales para nuestro tiempo; deberán ser más adecuados a las distintas necesidades de la gente y más tolerantes con el desorden de la vida urbana que las normas formales «racionalistas» y cartesianas de la última arquitectura moderna. ¿Cuántas viviendas económicas y cuánta arquitectura decimonónica ha sido derrumbada para que algún ordenado purista arquitecto o urbanista pudiera empezar con el papel en blanco?
Pero el análisis formal presenta problemas. Primero, puesto que la forma fue considerada durante tanto tiempo una cuestión no válida, perdimos la costumbre de analizarla; y segundo, las formas con las que tratamos son nuevas y no se relacionan fácilmente con las tradicionales técnicas de análisis y comunicación arquitectónicas y urbanísticas… El espacio suburbano, al ser un espacio automovilístico, no se define por paredes y pisos envolventes y, por tanto, no es fácil describirlo gráficamente mediante sistemas reservados a la descripción de edificios. De hecho, el espacio no es el elemento constitutivo más importante de la forma suburbana, la comunicación a través del espacio lo es mucho más, y esto requiere un elemento simbólico y de tiempo en sus sistemas descriptivos que se definen sólo muy lentamente.
Aprehender las necesidades es la primera razón para ir a la ciudad actual. Una vez allí, la primera lección para un arquitecto es la pluralidad de las necesidades. Ningún constructor en su sano juicio anunciaría: Estoy construyendo para el Hombre. Está construyendo para un mercado, para un grupo de personas definido por el nivel de rentas, la edad, la composición familiar y el estilo de vida. Las Levittowns, los parques de atracciones, las casas urbanas de estilo georgiano crecen a raíz de la estimación que se hace de las necesidades de los grupos que formarán sus mercados. La ciudad puede verse como el producto físico de un conjunto de subculturas. De momento, son escasas las subculturas que recurren voluntariamente a los arquitectos.
El análisis formal debería ser comparativo, ligar las nuevas formas, por comparación, al resto de la tradición formal de la arquitectura; debería, en consecuencia, incorporarlas a la disciplina arquitectónica y ayudarnos a entender nuestra nueva experiencia a la luz de nuestra primera formación.