laberinto
Mientras que la estrategia del regionalismo crítico delineado más arriba se dirige principalmente al mantenimiento de una densidad y resonancia expresivas en una arquitectura de resistencia (una densidad cultural que bajo las condiciones actuales podría considerarse potencialmente liberadora en sí misma, puesto que posibilita al usuario múltiples experiencias), la provisión de un lugar–forma es igualmente esencial para la práctica crítica, puesto que una arquitectura de resistencia, en un sentido institucional, depende necesariamente de un dominio claramente definido. Tal vez el ejemplo más genérico de semejante forma urbana sea la manzana, aunque pueden citarse otros tipos relacionados, introspectivos, como la galería, el atrio, el antepatio y el laberinto. Y mientras que en la actualidad estos tipos se han convertido, en muchos casos, en los vehículos para acomodar ámbitos pseudopúblicos (pensemos en recientes megaestructuras de viviendas, hoteles, centros de compras, etc.), ni siquiera en estos casos podemos descartar por entero el potencial latente político y resistente del lugar y la forma.
No hay estilo que no tenga una belleza peculiar… hoy no hay ningún estilo concreto que prevalezca en sentido absoluto… Estamos vagando en un laberinto de experimentos y tratando, a través de una amalgama de ciertos elementos de éste o aquel estilo, de éste o aquel periodo o país, de constituir un conjunto homogéneo con alguna característica distintiva con: el fin de llevarlo a su pleno desarrollo y, por tanto, a la creación de un estilo nuevo y peculiar.
La ciudad espacial es un laberinto del espacio estructural, sistematizado, prefabricado, montable y desmontable, desarrollándose o estrechándose, adaptable, multifuncional.
Siempre hay un pliegue en el pliegue, como también hay una caverna en la caverna. La unidad de materia, el más pequeño elemento de laberinto es el pliegue, no el punto, que nunca es una parte, sino una simple extremidad de la línea. Por eso las partes de la materia son masas o agregados, como correlato de la fuerza elástica compresiva. El despliegue no es, pues, lo contrario del pliegue, sino que sigue el pliegue hasta otro pliegue.