Los diferentes edificios han de manifestar al espectador su destino a través de su disposición, de su estructura, de la manera en que están decorados; y si no lo hacen pecan contra la expresión y no son lo que deben ser.
La moda, en varías épocas (especialmente en Italia), se ha complacido en atormentar todas las partes del edificio, cuya noble simplicidad se debería haber conservado siempre. (. .. ) La decoración (en las obras de Guarini y Borromini) ha pasado de la ornamentación interior de las casas y de las partes de madera tallada, para las que es necesaria una mano delicada, a los exteriores y a las obras de fábrica, que requieren estar hechas de un modo más vigoroso y viril.