Resulta curioso que desde hace algunos años el tiempo se haya convertido en una influencia importante en las «artes»; es decir, excepto en la arquitectura (aparte de concesiones nominales y superficiales al movimiento» y las «comunicaciones»). Quizás los arquitectos han sabido desde el primer momento que si lograban manejar el tiempo se quedarían obsoletos.
Por el momento, deberemos esperar a que se descompongan los mausoleos de acero y hormigón de nuestras capitales, ciudades, pueblos, etc., y florezcan y se desarrollen los barrios residenciales. Ellos también morirán a su vez, y entonces quizás el mundo vuelva a ser un jardín. Y quizás sea este el sueño y debamos convencernos de no construir, sino de prepararnos para las redes invisibles que están en el aire… Lea un fragmento de este increíble poema; las Máquinas de Amorosa Gracia velan por todo.